Sunday, May 27, 2007

 

Evolución de Ángela

El camino de la autodestrucción puede resultar difícil; no para Ángela. Nunca vi a nadie que se dejara llevar por la humillación con tanto ahínco. Era una lunática, era una retrasada. Llegó divina a la ciudad con sus grandes ojos azules y el pelo ultra platino. Y se desenvolvía con agilidad, experta en suciedades y conocedora de la elegancia primaria de los vegetales, cuando instaba a los modernos a que traspasaran su coño con zanahorias y pepinos.

Después de eso la invitaron a muchas más fiestas ¿Qué se le ocurriría en esta ocasión? ¿Daría una lección de extravagancia al grupo de pseudo punkis? ¿O se limitaría a salpicarnos la ropa con su sangre (otra vez) después de cortarse con el primer afila venas que tuviera a mano? Y entonces gritaría ¡miradme! que es lo que gritaba siempre aunque no abriera la boca en sus sucesivas performances que iban más allá de lo imaginable porque era porno retrasado, porno mongol y masoca sin ánimo de lucro.

Agilizó el paso del tiempo y se le levantaron unas bolsas por debajo de los ojos y la piel de melocotón comenzó a crecerle indiscriminadamente por debajo del culo. La fuerza gravitatoria revolucionó precozmente su figura hasta convertirla en una pequeña monstrua.

Y ya nadie la invitaba a fiestas. Ni la tenían en cuenta para otras salidas nocturnas. Ni servía para escandalizar a la carne fresca. Ni cuadraba en el retrato del nonsense generacional porque, y esto era algo en lo que todos estaban de acuerdo, aquello era sobrepasarse.







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