Wednesday, March 07, 2007

 

Prohibido jugar a la pelota

Estás metida en un lío. Algo que parecía altamente improbable ha ocurrido fácilmente y sin complicaciones. Desconocías tal intenso aleteo de las mariposas y por eso ni siquiera ves las reacciones de la gente que se cruza con vosotros por la calle. Podrían señalarte con el dedo si consiguieran sacárselo de su propio culo. Y lo sabes.

En él todo tiene un orden. Todavía no ha visto cómo la vida muestra sus sórdidos genitales del revés sin ninguna impudicia. Éstas son las cosas que nunca serías capaz de explicar, ni siquiera intentarlo con balbuceos. Es lúcido y además tiene los lóbulos de las orejas extrañamente rosados. Puedes contarle un chiste muy negro y se reirá. Puedes recitarle de memoria unos versos expresionistas alemanes y volverá a reír. Si se le cae algo de las manos, maldecirá en voz alta, el muy inconsciente.

Era inevitable que, como tú, se fijara en la pared donde se encontraba la vieja inscripción.

Me imagino a los frailes en una reunión. ¿Los frailes tienen orden del día? Seguro que uno de ellos se estaba poniendo rojo a rabiar. ¿Y lo de la pelota qué? Estoy hasta los huevos.

Igual fue cosa de Clarín, ahí rayado con sus cosas, con su olla podrida y todo eso.

¿Crees que vivía tan cerca de la iglesia?

Qué más da. No creo ni que existieran pelotas por aquel entonces.

¡Basta ya con la jodida pe-lo-ti-ta!

Señor Clarín, estamos discutiendo su petición, vuelva a su casa.

Estoy seguro de que a Clarín le violó un cura. Es la única explicación.

Ah, ¿sí? Cuéntame eso…


Es el joven audaz. Tú eres el trapecio volante.


O era al revés.






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