Thursday, April 19, 2007

 

Señor Smith, pluriempleado

Cuando cumplí diez años, mis padres me regalaron unos leotardos azules, El mundo de Sofía y el fantástico libro “Las habilidades sociales en la infancia: evolución y tratamiento”. El kit completo de la perfecta nerd, vaya.

Hasta mi saludable hormonación y posteriores salidas campestres yo era una niña tímida: llegué a aguantarme tanto el pis que empezaron a caerme goterones de llanto (silencioso) ante una peluquera estupefacta que por fin adivinó mi deseo de ir al baño tras varias preguntas fallidas.

Así que ahí estoy ojeando ese manual de la colección Biblioteca de psicología, psiquiatría y salud que me regalan mis visiblemente preocupados padres y donde se exponen casos tan prácticos como la manera correcta de preguntarle al Señor Jones, vecino y entrenador del equipo de una pequeña liga de baseball, si te puede enseñar a lanzar una pelota en curva. O a diferenciar entre los comportamientos asertivos, pasivos y agresivos. O a comentarle a Steve lo “fabulosa” que ha sido la exposición de su proyecto de ciencias.

Como había ocurrido un año antes, en el momento en que pensaron que yo debía ampliar mis conocimientos sobre la sexualidad humana, me lanzaron el libro para que me buscara la vida igual que habían hecho con los tres tomos de Masters y Johnson, de los que yo había sacado en claro que ladilla en francés se decía papillon d´amour y que las fotos a tan baja resolución de los herpes no hacían más que acrecentar su misterio y su fuerza atemorizante.

Pero lo que más me llamó la atención de “Las habilidades sociales en la infancia” fue que el Señor Smith se nombraba en muchos de los guiones prácticos y, bueno, lo tenían haciendo de todo al pobre tipo. Ésta es tu propia evolución y la del Señor Smith a medida que avanza el manual…

Situación 4, página 78:

Tu maestro te dice que has conseguido la nota más alta del examen.

TÚ: Gracias, señor Smith. Estudié mucho.

MAESTRO: Sí, se nota. Continúa trabajando así.

*Nota: Estás convirtiéndote en un pequeño pelota.

Situación 5, página 91:

El cajero de la tienda de comestibles te da mal el cambio.

TÚ: Perdone, Señor Smith. Creo que no me ha dado bien el cambio. ¿Puede comprobarlo, por favor?

SR. SMITH: Oh, sí, déjame ver. Tienes razón. Tengo que darte más de lo que te he dado.

*Nota: El señor Smith se duerme en su segundo trabajo.

Situación 1, página 127:

Estás de compras en el centro de la ciudad y ves a uno de tus profesores salir de una tienda. Quieres que tus padres le conozcan.

TÚ: Perdone, Señor Smith. Le he visto salir de la tienda y me gustaría que conociera a mis padres.

MAESTRO: De acuerdo (nombre). Me encantará conocerles.

TÚ: Papá, mamá, me gustaría que conocierais al señor Smith, mi profesor de educación física. Señor Smith, éstos son mis padres, el señor y la señora (nombre).

MAESTRO: ¿Cómo están ustedes? Su hijo/a es uno de mis mejores alumnos.

TÚ: ¡Oh, gracias señor Smith! Eso es porque su clase es una de mis favoritas.

PADRE: Mi hijo/a habla mucho sobre la clase de educación física.

MAESTRO: Me alegra saberlo.

TÚ: Bueno, no quiero entretenerle más. Me ha alegrado que mis padres pudieran conocerle.

MAESTRO: Estoy encantado de haberles conocido.

TÚ: Nos veremos en el colegio. Adiós.

*Nota: El señor Smith sale de su segundo trabajo, tú eres ya eres un pelota recalcitrante y hasta tus padres te tienen verdadero asco y posiblemente miedo. No quieres entretener al Señor Smith porque sabes que tiene prisa por irse a su tercer trabajo.

Situación 9, página 147:

Te gustaría conseguir un empleo para los fines de semana en el colmado del barrio para ganar un poco de dinero para tus gastos. Pides hablar con el dueño.

TÚ: Perdone, señor Smith, ¿tiene algún trabajo disponible para los fines de semana? Me gustaría trabajar media jornada para ganar algún dinero.

DUEÑO: Ahora mismo no tenemos ningún trabajo disponible, pero si me das tu nombre y teléfono te llamaremos en cuanto tengamos alguno.

TÚ: Me parece muy bien. Gracias.

*Nota: Como se supone que cuando llegas a esta página eres un completo nerd y un mamón, estás dispuesto a dejarte explotar vilmente. El Señor Smith, de todas formas, no dejará de ganar ni uno solo de los peniques que ya bastante se lo trabaja. Vuelves a casa, desconcertado porque ni siquiera ha recordado tu nombre, incluso siendo tú uno de sus mejores alumnos.


Aquí metemos a las niñas malas que no son amables/asertivas con el Señor Smith.






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